Los cambios de color en las hojas
La coloración de las hojas de las plantas y sus cambios estacionales dependen de la presencia y la composición química de pigmentos vegetales especiales y de la estructura molecular de la superficie de las hojas, que refleja o absorbe la luz en mayor o menor medida. Los pigmentos, moléculas coloreadas, contienen electrones que determinan esta reflexión o absorción de la luz y pertenecen a complejos grupos influenciados por las interacciones químicas de las sustancias que forman el jugo celular. Estas sustancias (azúcares, proteínas y ácidos) aseguran el crecimiento vegetal y la sanidad.
El cuidado de las hojas
El jardinero aprende a observar cómo los colores indican sanidad y cómo las decoloraciones anormales indican problemas. Probablemente no sea necesario estudiar toda la complejidad del comportamiento de los pigmentos para hacer jardinería pero no dudamos acerca de que la comprensión de los procesos científicos que rigen a la naturaleza agregará interés al trabajo y al planea miento de la utilización del color.
La clorofila es uno de los pigmentos que se encuentra en los plástidos celulares (cloroplastos), sólo soluble en grasas. Es el "verde" de las plantas y está ordenada para cumplir eficientemente su función en la fotosíntesis. Durante el día, el dióxido de carbono es tomado a través de pequeñísimas perforaciones existentes en las hojas (estomas). El cloroplasto, que contiene la clorofila y usa todas las longitudes de onda excepto el verde (que es reflejado) se encuentra en el interior de las células de las hojas.
El agua y los minerales necesarios para el crecimiento de las plantas difunden en la savia a través de las nervaduras que recorren la superficie de la hoja, donde la energía solar capturada separa el agua en hidrógeno y oxígeno. El hidrógeno se combina con el dióxido de carbono para formar azúcares -que son distribuidos a toda la planta- mientras que el oxígeno se dispersa en la atmósfera. Aunque la clorofila es el pigmento más importante para la fotosíntesis hay otros pigmentos plástidos solubles en el jugo celular que están presentes en la superficie de las hojas. A medida que la clorofila se destruye en el otoño, se producen gotitas de pigmentos carotenoides, tornando a las hojas de color amarillo pálido. Luego, según las noches se hacen más frías, el azúcar -normalmente disperso a lo largo de los tejidos vegetales- desencadena un proceso en el tejido foliar que da origen a antocianina y antoxantina, pigmentos activos que vuelven a las hojas de color rojo y dorado.
Intensidad de los colores de las hojas
La intensidad de los colores otoñales -al igual que el de las flores- depende de las condiciones del suelo. Las zonas de alta acidez producen tintes escarlatas y rojos vívidos mientras que los suelos calcáreos, de alta alcalinidad, dan lugar a colores menos vivos, púrpuras y con menor cantidad de tonalidades diferentes.
Durante la primavera, también suelen presentarse estos pigmentos en los brotes y hojas jóvenes. Las antocianinas, que les dan un color rosado o rojizo característico, protegen los puntos de crecimiento verde claro de los fuertes rayos ultravioleta.
En las hojas de algunas plantas, estos pigmentos solubles están presentes todo el tiempo, enmascarando total o parcialmente al verde y dando a las hojas un efecto bronceado o púrpura. En las especies caducas, los colores duran una estación completa aunque según se acerca el verano se hacen menos perceptibles, volviéndose más verdosos y más oscuros. En las especies perennes, sólo el follaje joven suele tener matices rojizos, mientras que las hojas maduras se vuelven verdes o púrpuras.
Las hojas disciplinadas, variegadas o marmoladas no siempre deben estos diseños a los pigmentos solubles como antocianina y antoxantina sino que muchas veces son consecuencia de la presencia de cloroplastos imperfectos en el interior de las células foliares. Cuando una hoja es ribeteada de amarillo o blanco, la capa interior de pigmentos verdes es normal pero en la capa exterior faltan cloroplastos o éstos contienen sólo el precursor de la clorofila, la protoclorofila (que hace que el color se vea amarillento). En las hojas con centro blanco o amarillo y borde verde, la capa interior es defectuosa. En este último caso, la clorofila frecuentemente retoma su función y la hoja se vuelve toda verde. Hay especies de Ilex y de Eleagnus que responden a este modelo: tienen hojas con diseños centrales en blanco o amarillo y ramas enteras que revierten al verde beneficioso para el vigor de las plantas pero no para el jardinero, que busca el efecto especial del color.
En el caso de las gramíneas, juncos y liliáceas variegadas (incluyendo a las hostas, los formios y algunos hemerocallis), los cloroplastos imperfectos producen rayas de amarillo y crema que contrastan con el verde normal.
También existen casas de especies que son variegadas porque están enfermas de virosis (que no las eliminan sino que, por el contrario, las hacen más atractivas). Es el caso del lazo de amor (Clorophytum comosum) y del farolito chino marmolado (Abutilon japonicum).
Normalmente, las plantas con hojas variegadas -en las que las áreas clorofílicas normales se encuentran enmascaradas- están en desventaja. Todas necesitan más cuidados y protección tanto en el cultivo como en su utilización en el jardín. Las variedades con hojas amarillas o variegadas son de menor crecimiento con respecto a la especie normal de color verde y tal vez nunca alcancen la misma altura y el mismo desarrollo.
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